Los edificios públicos ya no cobijan colonias de palómas, los diferentes sistemas disuasorios las mandaron a otro sitio.
Como el casco viejo ha sido lugar de refugio de todo aquel que venga rebotado de otros sitios, cómo no, las palómas tambien han decidido quedarse entre nosotros.
Ya es habitual observar cómo estas aves se refugian en repisas del antiguo edificio de Correos o en los entretechos de las casas del casco histórico; esto conlleva suciedad, ruido y molestias a vecinos y vecinas. No es raro encontrarse con un emplaste de cagada de paloma en el tendedero de la ropa o levantarse de la cama a tempranas horas con el arrullo de los cantos de estas bonitas aves.
¿Se está convirtiendo en un problema convivir con las palomas?
Puertas abiertas/ Ate Irekiak
Hace 7 años
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